lunes, 18 de mayo de 2015

La música y el cerebro

El cerebro humano está dividido en dos hemisferios. Tradicionalmente se ha identificado al hemisferio derecho como el lugar de la apreciación musical. Sin embargo, nadie ha encontrado un “centro de la música”.


Estudios con imágenes en personas con daño cerebral en cualquiera de los hemisferios revelaron que la percepción de la música emerge de la interrelación y la actividad de ambos lados del cerebro.
Al escuchar música se activan diversos centros repartidos por el cerebro incluidos centros que están involucrados en otro tipo de cognición. Estas zonas activas o centros varían según la experiencia y formación musical de cada persona.

 También se ha descubierto que diversas áreas del cerebro participan en el procesamiento de los diversos componentes de la música.El lado izquierdo del cerebro en la mayoría de la gente se destaca en el procesamiento de cambios rápidos en la frecuencia e intensidad tanto de la música como del habla.La melodía y la localización de los tonos se localizan preferentemente en el hemisferio derecho.El análisis armónico parece ser también función de las regiones auditivas del hemisferio derecho. Curiosamente, los músicos profesionales utilizan más en la percepción de las melodías el hemisferio izquierdo y se ha comprobado que con el entrenamiento en música, la dominancia cerebral para la percepción de la melodía se desplaza del hemisferio derecho al hemisferio izquierdo.
El hemisferio izquierdo es  más apropiado para la percepción del ritmo. Esto indica que la percepción de la armonía y la percepción del ritmo utilizan áreas distintas del cerebro. Los músicos saben muy bien que hay personas que tienen una capacidad de percepción armónica brillante, pero son poco dotados para la percepción del ritmo y viceversa.  
Ambos lados son necesarios para la percepción completa del ritmo. Por ejemplo ambos hemisferios necesitan estar en actividad para distinguir la diferencia entre un tiempo de 3/4 y 4/4.
La corteza frontal, donde se almacenan los recuerdos, también juega un papel importante en la percepción del ritmo y la melodía. Algunos estudios por imágenes indican que cuando el individuo se concentra más en los aspectos armónicos de la música produce mayor activación en las regiones auditivas del lóbulo temporal derecho. El timbre depende también del lóbulo temporal derecho. Los pacientes que se les ha quitado el lóbulo temporal derecho muestran dificultad para diferenciarlo.
Estudiar la biología de la música puede conducir a usos prácticos. Ya hay evidencia que la música puede ayudar a bajar la tensión arterial y a calmar los dolores.

En algunos hospitales de los Estados Unidos disponen de música suave de fondo en las unidades de cuidados intensivos de bebés prematuros; han hallado que la música ayuda a los bebés a aumentar de peso y dejar la unidad mas rápidamente que aquellos que no escuchan esos sonidos. En el otro extremo de la vida, la música es usada para calmar a pacientes con Alzheimer. El musicólogo y filósofo Julius Portnoy ha encontrado que la música puede cambiar las tasas metabólicas, aumentar o disminuir la presión arterial, los niveles de energía y la digestión de manera positiva o negativa dependiendo del tipo de música. La música puede aumentar la secreción de endorfinas por el cerebro y de esta manera producir placer así como relajación. Incluso se han hecho experimentos con plantas que crecieron más rápidamente que lo normal escuchando música clásica suave. 
Tanto el lenguaje como la música tienen una estrecha relación con el movimiento, por lo que se considera que la música establece relaciones entre distintas funciones cerebrales, relaciones que también son consideradas características de nuestra especie. La música facilitaría este tipo de relaciones entre funciones distintas, tales como las emociones, la prosodia de nuestro lenguaje, la relación entre madre e hijo en ese proto-lenguaje casi musical que se emplea para establecer contacto entre una y otro, así como en la motricidad asociada a la periodicidad de los movimientos. 
La música también involucra la emoción tanto en lo que se percibe como en lo que se ejecuta o canta.
Cuando un acorde que resuelve una sinfonía nos produce un delicioso escalofrío se activan en el cerebro los mismos centros de placer que actúan al comer chocolate o tomar ciertas drogas.Las imágenes obtenidas mediante tomografía (registradas mientras individuos escuchaban acordes disonantes y consonantes) mostraron que son dos sistemas diferentes los que se activan, cada uno relacionado con emociones distintas, cuando el cerebro procesa emociones vinculadas a la música. 
La música está dentro de nuestro cuerpo-mente. Para oír música no necesitamos que ningún sonido real llegue a nuestros oídos. Tan sólo con imaginarla un número de áreas temporales del cerebro que participan en la audición se activan también cuando dichas melodías se imaginan.

Hay autores que han dicho que de todas las artes, la música es la que es capaz de modificar la consciencia de manera más poderosa.

 
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